Los físicos cuánticos aseguran que las cosas en el mundo infinitesimal que nos rodea (y que no vemos) no se comportan igual que las cosas en nuestro mundo macroscópico cotidiano y costumbrista. Ellos argumentan que las partículas subatómicas pueden tener estados diferentes a la vez, y que si un observador quiere comprobar qué está pasando no lo va a saber con certeza, porque su llana intromisión va a modificar el estado de dichas partículas.
Gato de Schrodinger (Pixabay) |
Espero que mi paso por las aulas del IES Algarb, en Sant Jordi, no haya tenido el mismo efecto que el de un observador cuántico, y que mi presencia no haya modificado ni la dinámica de las clases, ni el talante de los docentes que muy amablemente me han dejado presenciar sus clases (otros no me han dejado, cosa que respeto).
Partículas cuánticas (Pixabay) |
Tomando como base la hipótesis anterior, puedo decir que mi primer periodo de observación en las aulas ha sido provechoso, pero más aún las confesiones off the record de cierto número de profesores. Si bien, en general, he observado una plantilla entusiasta y con muchas ganas de educar, las declaraciones de aquellos me han hecho pensar si estamos caminando en la buena dirección. Me explico. A mis oídos ha llegado, repetidas veces, la queja de que los alumnos vienen cada vez peor preparados y, por consiguiente, el ritmo de las clases y la cantidad de contenidos que se enseñan es cada vez menor. Lo achacan a las "nuevas metodologías" que se están implantando en los centros de primaria y que, cuando los alumnos se topan de morros con una secundaria más tradicionalista, deviene en ellos una debacle que arrastran durante dicha etapa.
Sistema educativo (Flickr) |
No obstante lo anterior, considero que la formación pedagógica que estamos recibiendo es un "mal necesario" en la realidad líquida que vivimos. Por un lado, veo un máster diseñado más para jóvenes recién salidos de un grado, que no les importa dedicar otro año más de estudio para tener la capacitación docente sin la premura de una nómina. Por el otro, opino que es necesario empaparse del mayor número de nuevos conceptos, nuevos roles de profesores y alumnos, metodologías y formas de evaluar innovadoras (o al menos diferentes a las nuestras), si queremos profesionalizar nuestra labor pedagógica y formar una opinión crítica, que servirá para la construcción de nuestra identidad docente.
Por ejemplo, estoy entusiasmado con conceptos como el open education y el self-regulating learning, y esto me lo ha "regalado" el máster. Pero de esto no he visto ni una taza en mi paso por el Algarb. Y mientras escribo estas líneas me asalta la siguiente duda: ¿habría sido mejor estudiante si alguien me hubiera enseñado a autorregular mi aprendizaje? Mi experiencia y mi edad hacen que me ponga en guardia y me invada el escepticismo, sabedor de lo reactivo que somos los seres humanos sobretodo cuando nos dicen lo que tenemos o no tenemos que hacer.
Y para concluir, me atrevo a decir que tengo presente la importancia de la formación continua en el docente y que éste debería siempre tener la mente abierta para innovar y probar cosas nuevas en el aula. Así me veo yo en el futuro.
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